24 de junio de 2013

Espíritu quijotesco a la americana

Llevaba unas cuantas semanas dándole vueltas a la cabeza, sin saber qué escribir en este blog. Muchos temas pero poca chispa. En mi afán por abrir mi oído a la lengua inglesa (e incapaz de soportar la televisión británica) me he convertido en una verdadera fanática de las series de televisión de la HBO (Home Box Office), un canal por cable americano que solo conocía por ser la artífice de "Sexo en Nueva York".

Sin embargo en las dos últimas semanas he permanecido enganchada a la pantalla de mi ordenador viendo las tres temporadas de "Game of Thrones" e iniciándome en el trepidante ritmo de "The Newsroom". Es precisamente de esta última producción de la que me apetece hablar en este blog.


Para los que todavía no hayan tenido la suerte de ver la primera temporada, "The Newsroom" nos acerca a un editor y presentador de éxito de la televisión americana que se da cuenta, gracias a la ayuda de una vieja conocida y periodista de guerra, que con su informativo previsible y blando ayuda a los políticos y grandes empresarios a engañar a la población, ocultando información valiosa o desviando la atención a temas más "entretenidos".

Nada de lo que había escuchado hasta hace dos días sobre "The Newsroom" me había permitido imaginar el producto televisivo que me iba a encontrar. Desde el minuto 3:15 hasta el 6:25 del primer episodio se suceden un amplio número de declaraciones que desmienten que América sea "el mejor país del mundo", envuelto en un discurso frenético y lleno de sarcasmo que te deja con la boca abierta (eso dejando al margen que se refieran a Estados Unidos con el nombre del continente americano). Sorprende también que esta afirmación se proclame en el auditorio de una universidad donde jóvenes con una formación académica se muestran estupefactos ante el hecho de que se cuestione una idea que para ellos es incuestionable. Y sorprende aún más cuando todo es producto de unos guionistas que afilan sus lápices críticos para crear una ficción de éxito.

28 de abril de 2013

"Fama, mala fama

...la que me va persiguiendo". Como dice Manu Chao en su canción, "dime por qué será". Pues posiblemente sea porque siempre se generaliza cuando se habla de la idiosincrasia de un pueblo. Lo hicimos los españoles cuando una oleada de inmigrantes aterrizó en nuestro país en los años de crecimiento económico, y lo hacen con nosotros cuando somos los españoles los que huimos como ratas por obra y gracia de la crisis.

Reino Unido está invadido por españoles desde hace unos años y ha dejado de ser un destino de estudiantes para ser una parada obligada en busca de futuro, ya sea en Gran Bretaña o en otros países (por aquello del idioma, más que nada).


 Como dijo mi profesor de inglés muy sorprendido la semana pasada: "si vas a Camdem Town un domingo, solo escuchas español". Al principio, éramos muy bien recibidos: jóvenes preparados, con carrera universitaria y dispuestos a trabajar en lo más bajo de la cadena de producción porque había que aprender su idioma...He de decir que, desde que llegué a este país, no me he encontrado con ningún inglés que me haya mirado mal. Por eso me sorprendo cuando conozco a otros españoles que me cuentan lo que van diciendo de nosotros por ahí: unos ladrones (de bicicletas, comida, móviles y ropa en numerosas tiendas) que vienen a Inglaterra a vivir de los benefits (ayudas para desempleados)). Poco más que nos ven por la calle y piensan "cuidado, españoles" y corren en la otra dirección.

Como digo, yo no lo he sufrido pero personas de confianza me lo han confirmado. Incluso aquellos que no son ingleses pero tampoco españoles. Un cambio en la percepción del inmigrante "made in Spain" que se ha producido en apenas un año. Algunos de nuestros compatriotas, ya indignados, publican en las redes sociales mensajes de protesta contra esta campaña de desprestigio.Y es que si en los años sesenta éramos los pobretones de Europa, ahora somos los caraduras del continente.

Otra diferencia con la diáspora de nuestros abuelos es que ahora existe internet, por lo que la mala fama se progapa como la pólvora a través de foros y redes sociales. Para colmo, los últimos datos de la EPA (6.202.700 desempleados y sumando) no presagian un pronto retorno a la "tierra prometida". Solo falta que el Gobierno inglés proponga restricciones, no sólo a la prestaciones sanitarias y sociales, sino a la entrada de personas. Al tiempo.

11 de abril de 2013

The loser

A veces aparece ese sentimiento. Es una sensación de pérdida que hace que todo tu mundo (o lo que creías que era) se venga abajo. Solo tienes un par de opciones y ninguna de ellas te parece que se pueda traducir en un triunfo. Más bien resuena en la cabeza como un fracaso. O eso es lo que no puedes evitar pensar.

- No, lo siento. Por ahora solo tenemos unas prácticas. No son remuneradas, pero tienes la oportunidad de aprender.

- Ya, gracias. Pero tengo treinta años y ya tuve un contrato en prácticas durante dos años. Lo que quiero es trabajar, con un contrato profesional y, a poder ser, un sueldo digno.

- Me temo que no es posible por el momento...Entiéndalo, la crisis...hay que adaptarse a lo que hay...Se toma o se deja...

Bueno, pues visto el panorama, mejor lo dejo...¿Qué me queda? ¿Idiomas? Vamos a por ello.

Es el tercer intento pero creo que esta vez será la definitiva. Es ahora cuando, a menudo, me surge otra cuestión. Prefiero no pensar en ello pero la gente te pregunta y esperan una respuesta. Así que me decido a darle vueltas al cerebro:

- Una vez que adquieras un nivel alto de inglés, ¿qué vas a hacer?¿volverás a tu país?

- Umm, eso tenía pensado.

- ¿Para trabajar como periodista?

- Pues me parece que eso va a ser complicado incluso con conocimientos de inglés.

-¿Entonces?

- ...(silencio)

He ahí la gran pregunta...Dilemas aparte, te invade esa sensación de que nada es como debería ser. Pobre desgraciada que no consigue aspirar a la estabilidad profesional que todo su entorno, y ella misma, daba por sentada hasta hace solo tres años (aunque la situación empezara a cambiar antes). Mil preguntas todos los días con las respuestas bailando en el aire y sin saber cuál es la acertada (aunque quiero pensar que hay más de una).


Mucha gente habla del asunto porque no soy la única afectada. Cuando esto sucede, hay otros que apuestan por cambiar de tema (este está ya muy manido). Sin embargo, se reincide. Son problemas que nos afectan y no podemos ignorarlos. Pero es en ese momento cuando me sorprendo leyendo un artículo del economista y periodista mexicano Luis Miguel González. El trabajo en cuestión se publica en la revista digital "fronterad" y se titula "No le tengo lástima a España".