22 de agosto de 2011

Estrechez de miras

Casi cuatro años con malas noticias. Primero la caída de los grandes bancos, luego el paro, más tarde los rescates gubernamentales, la bolsa peor que una montaña rusa y, después, más paro. Todo esto muy bien aliñado por los medios de comunicación que te invitan a emigrar en un "sálvese quién pueda". Afortunadamente, en algún momento, lees un artículo que te reconcilia con el mundo empresarial de este país. Porque de los contratos, mejor ni hablar...

Según elpais.com, España vende a la UE más de lo que importa. Y es que las mentes previsoras si obtienen rentabilidad. Las exportaciones de maquinaria, material de transporte y las telecomunicaciones españolas son de lo poco que goza de prestigio fuera de nuestras fronteras. Pero si no indagas, no te enteras. Como también, poca gente sabe que la industria aeronáutica española es una de las más innovadoras y muchos aviones de bandera extrajera vuelan gracias a ella. Nuestro problema: no nos vendemos.

Está claro que ese complejo de inferioridad que arrastramos, muy comentado en tantas tertulias televisivas, nos juega una mala pasada. Porque, desde luego, la cosa está muy mal. En Alemania les sobra el dinero y su gobierno ha decidido bajar los impuestos. No les hace falta recaudar más. Pero España, aunque estrechamente vigilada por las agencias de calificación, tampoco ha sido de las primeras en caer tal y como se vaticinaba en 2010.

Con esto, no quiero decir que no se hayan hecho muchas cosas mal. A más de un político habría que hacerle pasar la selectividad. Pero no todo está podrido. Desde luego la superviviencia pasa por un examen individual y colectivo sobre quiénes somos y adónde queremos llegar. Empezaré por mi.